A Sindy la dejaron abandonada en el jardín la primavera pasada. Estaba muy delgadita y enferma pero tuvo mucha suerte porque encontró unos nuevos papás que le quieren mucho y le preparan para comer todo tipo de manjares. Bueno, en realidad, sus nuevos papis tuvieron más suerte que ella, porque según cuentan, Diana les ha cambiado la vida, ahora son más felices y ella es una pieza clave en el hogar.
Diana es un claro ejemplo que demuestra que la mejor medicina para un gato abandonado es darle mucho amor.